Tradicionalmente, en deportes individuales la cuantificación de la carga interna y externa de los deportistas resulta más sencilla que en deportes colectivos, donde existen un número de variables a veces superior, como la frecuencia cardiaca, la distancia total, la velocidad de desplazamiento, aceleraciones, etcétera. Para poder optimizar el rendimiento del entrenamiento deben reproducirse lo más posible las condiciones que se dan en el juego real (Dellal et al., 2011). Estos mismos autores establecen que los juegos reducidos (JR) son situaciones analíticas y limitadas que favorecen el entrenamiento de las situaciones reales del juego, trabajando en muchos casos los aspectos técnicos, tácticos, físicos y psicológicos simultáneamente. La transferencia implícita que tienen hacia la competición hace que la base científica sea aceptada por multitud de estudios de diferentes deportes.
Con el objeto de optimizar el tiempo de entrenamiento, tanto en baloncesto como en otros deportes colectivos, se viene utilizando habitualmente el gasto cardíaco como un valor de referencia de la intensidad del ejercicio. Algunos autores demuestran que a medida que disminuye el número de participantes en el juego, la intensidad se ve incrementada.